lunes, 22 de febrero de 2010

LA TRAGONA


Deslizabas tus dedos dentro ese orificio suave y jugoso, movías al pollo como si lo estuvieras ahorcando, se meneaba hacia delante y hacia tras, el brillo de las luces del mundo exterior los alumbraba, mientras sus bocas se frotaba; el conductor, miraba por el espejo retrovisor.
Dura, la tenia.
Tragaba su saliva, el auto se llenaba del vapor de sus cuerpos, ella yacía entre las piernas comiéndose y tragándose como una hambrienta lo que había, èl la cogía de los cabellos y la enterraba hasta lo mas profundo, mientras ella se distraía comiendo, el conductor lamia sus labios, succionaba, ella se retorcía como una gata en celo y mas tragaba.
volvió la mirada hacia el conductor y ya la tenia dentro de la boca, dejando al aire libre sus posaderas, el acompañante la hizo sentar entre sus piernas y ella comía, lamia y tragaba.