sábado, 16 de junio de 2007

Suciedad la más mugrienta


Echada en esa cama redonda oliente a hotel caro, yacía yo volteada sin mirarte después de aquel acto que me humilla cada vez que lo hago y con una sensación a suciedad la mas mugrienta que pueda existir, consciente de mi condición en la vida de aquel monstruo que cada encuentro desgarra por tirones mi piel, me acelera los latidos y me quita el aliento para terminar con un “no te amo”, en esa fría habitación, tu a lado enlazando mis piernas con las tuyas, oliéndome los cabellos lacios y rojos, la piel a sudor y a sexo. Y yo observándome en aquel espejo imaginario con el rostro de satisfacción, miraba a dos seres hermosos que no juraban amor a nadie pero juntos por la misma causa, viendo hasta donde puede llegar el ser humano después de tantas decepciones y de sufrimientos por desamore. Después de tanto tiempo de vagar por el mundo solos, encontramos compañía entre ambos sin amarnos, sin lazos que nos puedan unir pero siendo las únicas personas que nos podemos entender, somos la pareja perfecta de promiscuidad, del libertinaje, de una vida sin limites, de un noche bohemia ya que podríamos compartir la misma presa sin condición moral, andamos por el mundo cada uno por su lado en busca de compañías pasajeras pero siempre terminamos consumiéndonos en una cama de hotel, sintiendo placer delimitado, llegar a un clímax que con otros no los podemos encontrar y siempre terminando en la misma posición; yo volteada sin mirarte oleando a suciedad y tu oliéndome los cabellos.

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